Dios los cría y ellos se juntan. Efectivamente, el traductor no se hace, se nace. Bueno, no del todo, porque para poder traducir hace falta saber idiomas y recibir una formación, pero bien es cierto que también son necesarias unas aptitudes muy relacionadas con la personalidad de cada individuo. 

¿Qué tienen todos los traductores en común?

-Observador y curioso: El traductor es una persona observadora que tiene la mente abierta a nuevos conocimientos. Dominar dos idiomas no implica tener un conocimiento infinito, pero no le importa adquirir nuevas nociones si su texto así lo requiere. Ese amigo que echa mano a Google ante cualquier duda podría ser un traductor en potencia.

-Organizado: El tiempo es oro para el traductor, pues normalmente va a cobrar por número de palabras traducidas y cuanto antes acabe su trabajo, más rentable le saldrá la traducción. Además, los clientes y agencias suelen fijar una fecha de entrega concreta. ¿No sabrías vivir sin un reloj y un calendario?

-Creativo: Una traducción nunca es una fórmula matemática y dos traductores, generalmente, nunca producirían dos traducciones exactas de un mismo texto. Esto ocurre porque las soluciones para resolver problemas en traducción son múltiples, pero hay que ser creativo para encontrar la mejor.

-Culto: Para llegar a ser traductor hay que tener estudios, pero antes de eso, el traductor ha de ser una persona culta en su interior, exquisita en las palabras que elige tanto en su idioma materno como en el extranjero. Ser una persona leída e informada te ayudará a no cometer muchos errores de contenido cuando traduzcas o te ahorrará horas de investigación.

-Buen negociador: No hablamos de negociar la tarifa, que también, sino de ser capaz de negociar con las palabras dentro del texto, conseguir el equilibrio entre la forma y el contenido, adaptar los vocablos de origen con toda su fuerza a la lengua de destino sin faltar al significando pero resultando natural al lector del texto traducido.

¿Cuáles son las disciplinas de la traducción y qué tienen que ver con la personalidad del traductor?

El traductor jurado es ese que no duda, y, si lo hace, tiene todos sus recursos (artículos constitucionales, el BOE, diccionarios jurídicos, documentos reales de ejemplo, etc.) a su alcance para que el texto no tenga ni un error según la ley, ¡sería delito! En cuanto a su personalidad, quizá puede ser un poquito sabelotodo a veces, pero oye, si es tu amigo, ¡no lo pierdas!

Por el contrario, el traductor literario siempre tiene muchas opciones, miles de combinaciones diferentes para resolver el juego de palabras de una obra de teatro o diferentes medidas de verso para transmitir a Wordsworth de la manera más fiel. Este traductor es un ávido lector y, seguramente, escriba sus propios textos literarios.

El traductor comercial también es muy creativo, pero no le interesa tanto la literatura, aunque es genio con las palabras y sabría venderle un tutú a un elefante. Este traductor debe haber vivido en los países involucrados en su traducción, pues esto le ayudará mucho a poder «localizar» el producto correctamente, esto es, adaptarlo a la cultura.

Sin embargo, el traductor técnico no quiere venderte nada, sino que sigas las instrucciones del manual que la apisonadora a pies juntillas. Este traductor normalmente tiene conocimientos relacionados con ingeniería y mecánica, además de glosarios de terminología muy precisa. 

El traductor financiero es también bueno con los números y se debate entre la redacción periodística y la jurídica. Estos individuos son certeros, pues un número mal puesto puede provocar un desastre internacional.

Pero traducir, aunque siempre implica trabajar con palabras, también suele estar muy relacionado con la informática. El localizador de software y videojuegos es el traductor que se asegura de que programas informáticos, webs y videojuegos estén adaptados por completo a la cultura de destino.

Por último, el traductor científico, como el técnico, es muy riguroso, se adapta a la terminología adecuada y no deja ninguna palabra al azar. Estos traductores tienen normalmente experiencia en medicina o biología y traducen desde artículos de su campo hasta biopsias o análisis clínicos.

Algunos traductores están especializados en varios campos, lo cual resulta muy enriquecedor. Al contrario de lo que pueda parecer, ser traductor de diferentes tipos de textos no perjudica a la especialización, sino que la fortalece. Por ejemplo, el traductor jurado y científico puede ser muy útil.